Cada vez que vuelvo de vacaciones, llego cargada de fotografías. Y no sólo en la tarjeta de la cámara, sino también en la cabeza. Momentos vividos, sonrisas, sonidos, miradas… Todo queda congelado en alguna parte de mi cerebro, activándose ante el estímulo de volver a ver esa imagen y recordar qué estaba haciendo en aquel instante. Así que esta entrada no es un simple post de fotos sobre Normandía.
Salimos de París lloviendo. Queríamos pararnos en Versalles de camino a Normandía, pero fue imposible con la lluvia, que no cesaba. Así que cogimos carretera hacia Audrieu, el pueblecito en el que nos esperaba Brigitte, la dueña de la casa en la que íbamos a alojarnos y que nos sirvió de campamento base para recorrer las playas del desembarco de Normandía y sus alrededores.
En poco más de cuatro días visitamos el Mont Saint Michel, las playas del Día D (Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword), el Cementerio americano, Point du Hoc, un búnker alemán, restos de baterías antiaéreas, museos, memoriales, las fotografías de Robert Capa, desembarcando en Omaha junto a los soldados estadounidenses.
Seguimos la ruta de Los apuntes del viajero. Y paseando por aquellas playas, 71 años después, entre aquel silencio, sólo roto por las olas y las gaviotas, no hablamos demasiado.
Sólo leíamos y veíamos imágenes violentas. Y mapas que diseccionaban la operación militar Overlord (nombre oficial del desembarco de Normandía). Números de bajas, estadísticas, cronologías. Y todo lo que vino después: trincheras, ataques aéreos, la liberación de París por los republicanos españoles de La Nueve, los horrores nazis al descubierto. La guerra, al fin y al cabo. La crueldad de la guerra. Y a la cabeza sólo hacían que venirme los versos de Miguel Hernández: Tristes guerras / si no es amor la empresa. / Tristes, tristes. / Tristes armas / si no son las palabras. / Tristes, tristes. / Tristes hombres / si no mueren de amores. / Tristes, tristes.
Era imposible no pensar en las vidas de toda la gente que allí murió. Soldados alemanes, británicos, estadounidenses, canadienses, los hombres y mujeres que también se jugaron la vida en la Résistance… Y la población civil, poco recordada en algunos museos, y tan necesaria de reivindicar.
Sus vidas anteriores. El por qué de morir en suelo extraño. En más de una ocasión se nos saltaron las lágrimas, ya no sólo por todos aquellos hombres y mujeres enterrados en los memoriales, sino por sus historias, por lo que dejaron atrás, por lo que no tuvieron por delante, por ser vencedores y vencidos.
Volvimos a casa cargados de fotografías… y de preguntas sin respuesta.
PD: Yo quería hacer una entrada con recomendaciones de lugares para visitar, pero me ha salido otra cosa. Si necesitas información de la zona, lugares que no te quieres perder o alguno de los enlaces que nos ayudaron a montar nuestra ruta, no dudes en preguntarlo en los comentarios, o escribirme.
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